Summary: | La imagen de José Enrique Rodó tiene su origen en los primeros retratos que realizaron sus contemporáneos y que, con algún leve cambio de matiz, se ha mantenido hasta hoy. La seriedad y aparente serenidad de su figura, que se refleja en los retratos fotográficos, tienen su correlato en el estilo clásico y armonioso de su prosa, de manera que desde muy pronto surge un Rodó estatuario, que solo pareció ensombrecerse al final de su vida, según sus retratistas. Este artículo recorre los testimonios de sus coetáneos y de sus principales biógrafos para esbozar un retrato del escritor uruguayo, que continúa parcialmente oculto tras el bigote y las gafas.
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